martes, 1 de diciembre de 2020

Valoración geriátrica integral

La valoración geriátrica integral (VGI) surge para dar respuesta a problemas y necesidades que no son diagnosticados en una anamnesis o exploración física de un anciano normal, si no que requiere de un plan individualizado, que prevenga posibles disfunciones y dependencias reversibles no reconocidas, terapéutico y rehabilitador para poder situar al paciente en el nivel médico y social más adecuado a sus necesidades y, por consiguiente, conseguir el mayor nivel de independencia y la mejor calidad de vida de la persona de tercera edad.

Hay que tener en cuenta que en estos pacientes no debemos únicamente fijarnos en factores fisiológicos característicos del envejecimiento, además hay que tener en cuenta otros factores como sus capacidades en los ámbitos tanto mentales como psíquicos y sociales para poder actuar y elaborar una respuesta y tener un correcto plan de intervención, tratamiento y vigilancia.

El paciente geriátrico, para que se pueda beneficiar de la VGI, tiene que tener más de 75 años y presentar algunas patologías relevantes, como pueden ser incapacitantes o mentales y/o problemas sociales.

Las valoraciones fundamentales de la VGI son: la clínica, la nutricional, la cognitiva, la efectiva, la funcional y la psicosocial.

  • La valoración clínica:

Este tipo de valoración es el más complicado de cuantificar en base a que puede llegar a resultar difícil recoger información del paciente geriátrico debido a la presencia de déficit sensoriales, dificultad en la expresión o alteraciones cognitivas o de la compresión.

Hay que tener en cuenta que dependiendo del paciente enfermarán de maneras diferentes dependiendo de la existencia de patologías previas o no, por este motivo hay que hacer una buena anamnesis y exploración física.

En la anamnesis debemos obtener información sobre patologías previas (si ha sufrido o no infartos, caídas o depresión, si padece hipertensión, estreñimiento o incontinencia, etc.), también es fundamental indagar sobre la historia farmacológica del paciente y sus efectos secundarios o los hábitos alimenticios.

Puede llegar a ser muy útil la ayuda de algún familiar que conviva con él para completar toda esta información porque al paciente se le pueden olvidar aspectos importantes.

En la exploración física debemos detenernos más que si fuera un paciente normal.

En primer lugar, realizaremos una exploración en los diferentes órganos y sistemas del cuerpo: órganos de los sentidos, aparato cardiovascular, músculos y huesos, piel y mucosas, gastrointestinal, genitourinario y neurológico. Esta exploración debe seguir un orden topográfico y debemos detenernos es las distintas patologías que se pueden dar en cada uno de ellos.

Posteriormente, revisaremos las constantes vitales, la frecuencia cardiaca, la respiratoria, la tensión y la temperatura.



  • Valoración nutricional.

La nutrición que lleve el paciente es fundamental para la evolución de los distintos órganos y sistemas, por eso, debemos hacer hincapié en si el paciente sufre o no malnutrición o si no lleva una dieta adecuada.



  • Valoración cognitiva.

La función cognitiva es la capacidad de aprender y recordar información, concentrarse, comunicarse, orientarse o resolver problemas.

El deterioro cognitivo en un anciano es, en general, muy alto y, por lo tanto, debemos presentar especial atención en las funciones cognitivas ya que muchas pueden pasar por alto si no empleamos especial atención y es conveniente asegurarnos con una evaluación neuropsicológica completa.



  • Valoración efectiva.

La valoración efectiva suele ser una de las que más pasa por alto a la hora de evaluar al paciente geriátrico y, sin embargo, tiene muchas repercusiones en su estado de salud.

La depresión o ansiedad actúan negativamente sobre el proceso rehabilitador del paciente y es de vital importancia poder detectar los síntomas con la mayor brevedad posible para poder tratar la enfermedad de manera más individualizada.

Estas enfermedades se suelen diagnosticar en la entrevista y los síntomas más frecuentes son la irritabilidad, el deterioro de la capacidad funcional o humor triste.


  • Valoración funcional:

La funcionalidad en un anciano va dirigida a la capacidad de realizar su actividad habitual de la manera más independiente posible en el medio que le rodea. Debemos interrogar y evaluar esta capacidad en los pacientes que incluyen las tareas que la persona debe realizar para su autocuidado, las actividades que debe realizar interactuando con el medio para vivir de forma independiente y las que permiten la colaboración del individuo en actividades sociales, recreativas, trabajo, recreativas y de ocio.

Podemos afirmar que una disminución en la funcionalidad del paciente geriátrico, lleva a un aumento de la mortalidad y de consumo de recursos ya que la mayoría deben ser ingresados en residencias.



  • Valoración psicosocial.

En los pacientes geriátricos es muy importante el entorno familiar y de amistades debido al apoyo que puede recibir de estos, las condiciones de vivienda, los recursos económicos o las facilidades que tiene de recibir asistencia sanitaria.

Todo esto le proporciona al paciente una sensación de seguridad y tranquilidad que debe ser evaluada por el especialista sanitario a la hora de tomar decisiones sobre su diagnóstico.

En conclusión, debemos destacar el aumento de población que se ha dado en los últimos años que requiere de estas técnicas. No podemos olvidar nunca el motivo de consulta ni obviar la problemática del paciente para poder garantizarles una atención lo más individualizada posible.



Webgrafía:
https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-familiar-223-articulo-valoracion-geriatrica-integral-S1405887116300062
file:///C:/Users/Equipo/Downloads/S35-05%2004_I.pdf
file:///C:/Users/Equipo/Downloads/AUX_CLINICA_DIP_VALLADOLID.pdf


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